En la obra de Dionnys Matos se detecta una actitud contemplativa hacia los objetos, una paciencia de raigambre casi budista que lo lleva a observar cada una de sus partes.
En la obra de Dionnys Matos se detecta una actitud contemplativa hacia los objetos, una paciencia de raigambre casi budista que lo lleva a observar cada una de sus partes.
Los lienzos de Jan Valdés se colman de situaciones y personajes conocidos, clásicos dentro de la historia del arte y la cultura universal que interactúan desde la parodia y la ironía.
La mirada de Desbel Álvarez se concentra en edificaciones del siglo XX, pero esa mirada se aleja de los días de inauguraciones y de su esplendor arquitectónico.
Eduardo Lozano ha insistido sobre la idea de que las imágenes que recrea no son representaciones religiosas directas, ellas están metamorfoseadas en su vida.
La ingenuidad con la que disfraza las imágenes, esconde profundas reflexiones en torno al hombre. Ese que ha de seguir redescubriéndose para dejar de ser sombra y convertirse en luz.
Yudel Francisco es un artista con una obra muy singular, la fuerza poética y estética de su pintura reinventa caprichosamente símbolos y herencias de la Historia del Arte.
El Malecón habanero es para Roberto González una constante en su obra con sentido metafórico. El muro puede traspasar las fronteras geográficas, políticas, ideológicas e imaginarias.
La creación de Oslendy Hernández consigue un corpus a partir de envolturas que van dejando cada una de las experiencias que pone en práctica (rituales, performances, ensambles).
La idea del viaje hacia un sitio indeterminado, traspasa los límites de la realidad y se establece como motivo que habita en el subconsciente colectivo.
La única certeza para Yunier Tamayo Sánchez en el proceso artístico estás ligado a su existencia, y lo lleva a la evolución de una obra multiforme y de gran factura.
En la obra de Williams Lezcano, la pintura se convierte en un constante viaje. Él utiliza el alquitrán como material y pigmento para realizar sus obras, obteniendo disimiles texturas.
La obra de Alejandro Có porta la ductilidad y la fluidez que acompaña a su generación. Transita de un objeto a otro sin esfuerzo, con soluciones que toma del pasado.
Lo raro que percibe su cotidianeidad, aquello que considera insólito y que día a día le sigue impactando, encuentra en su obra un escenario ideal para su recreación.
Evelyn Aguilar se empeña en recordarnos que sus trabajos parten de la experiencia intrínseca compartida con los otros: su familia, sus amigos, la ausencia de estos y los objetos.
El retrato en blanco y negro toma nuevas formas en las manos de Jordan Rojas, quien es un artista autodidacta y ha dado gran importancia a la longevidad en su obra.
Rolando Galindo en su obra establece una relación con la historiografía y su organicidad generando acervos documentales e investigativos, al cuestionar el concepto de autoría.
Las creaciones de Yuri O’Hallorans son una fusión de sentimientos y empatías. El orgullo, la pasión e inteligencia se erigen en partes homólogas de una proximidad aparente.
Olivia Torres parece estar en constante simbiosis con el lugar que habita, se ha tomado la labor de insuflarle vida al ISA con su serie que lleva por título «Microcosmos».
La obra de Ángel Alonso encuentra su fundamento axiomático en la búsqueda de lo humano; es decir, en la acción-reacción del comportamiento del individuo.
Harold Ramírez homenajea a los fallecidos, dibujando desde el mismo escenario, se introduce en la biografía de seres que dejaron de existir físicamente.
Eldy Ortiz nos obliga a mirar la imagen incómoda, lo mismo en sus fotografías o performances, que en sus pinturas y dibujos. Ha encontrado un espacio prolífico para la expresión.
Bernardo Valdés propone una pintura reflexiva, figurativa-relatora de cotidianidades comunes al ser humano, expuestas a la soberanía del cielo como metáfora de Dios.
La obra de Ángel León Valiente ha mantenido siempre un interés por las emociones y conflictos personales, siempre ha estado presente su inquietud por el tiempo.
Marlon Infante es un perfeccionista de la técnica, pretende ser un artífice meticuloso. Cuida del detalle, cada pincelada de óleo encuentra el lugar justo sobre el lienzo.
La pintura de Alberto Hernández Reyes es un retiro y un gesto de reafirmación en el mundo. Consagrado al género del paisaje, parece delinear un viaje espiritual al interior del ser.